27 de marzo de 2018

Parador de Almagro, en un monasterio

Entrada principal
Viajamos a Almagro porque que desde Reyes tenemos pendiente disfrutar de un regalo que consiste en una estancia en el parador. Como además no conocemos esta población, aprovechamos para hacer un poco de turismo por allí. En el viaje de ida paramos en las tablas de Daimiel porque hace años de la última vez que hemos estado, pero cuando vamos llegando empieza a llover tanto que pensamos que no va a merecer la pena hacer ninguna de las rutas senderistas de la zona, así que nos vamos directos al parador.

Llegamos a Almagro a media mañana y dejamos el coche en una de las dos zonas de aparcamiento que hay dentro del propio edificio. En recepción nos indican que nuestra habitación ya está preparada y después de comprobar nuestros datos y darnos tanto la llave de la habitación como la clave de la wifi y una invitación para dos consumiciones en la cafetería, nos dicen que podemos alojarnos en cuanto queramos; como se va acercando la hora de comer, decidimos que lo mejor es subir a nuestra habitación a dejar el equipaje y después ir hacia el centro caminando, ya que no está nada lejos, para buscar un restaurante.

Habitación 47
El parador está en un antiguo monasterio franciscano, el de Santa Catalina, y eso se nota en su distribución. Se entra por el patio principal y tanto en este patio como en el que nos encontramos a la derecha está la zona de aparcamiento. Y el edificio, además de ser de ladrillo y piedra y con planta rectangular, tiene varios patios interiores a los que dan la mayoría de las habitaciones y alguna que otra estancia más; aunque lo han rehabilitado como alojamiento, sigue conservando ese sabor monástico que nos hace sentir que realmente estamos en un edificio religioso, con los muebles de madera oscura, los suelos de barro, las paredes blancas, los muros gruesos...

La recepción está en un lateral del edificio principal y enfrente de ella hay en primer lugar una especie de recibidor enorme con la prensa diaria, una mesa con un ordenador y conexión a internet, y un par de vitrinas en las que se exponen objetos de recuerdo que podemos comprar; a continuación hay varios pasillos que dan por un lado a las habitaciones de la planta baja, al claustro y al restaurante, por otro a la cafetería y al refectorio, y por otro a las escaleras que suben a la primera planta; ahí es donde está nuestra habitación, la 47, al principio de un pasillo y justo después de pasar un espacio muy chulo, con una chimenea y varias sillas, que da a uno de los patios.

Rincón ideal de lectura
Las habitaciones de los paradores suelen ser muy acogedoras, y esta no lo es menos. Al entrar en la nuestra tenemos en primer lugar un espacio a modo de recibidor, con un armario empotrado enorme en el que tenemos varias perchas, una caja fuerte, una balda para zapatos, una cajonera y un par de almohadas y mantas de repuesto; y junto a él un cuarto de baño completo, también muy grande, con una bañera ocupando toda la pared del fondo, inodoro y bidé en un lateral, y enfrente, ocupando toda la pared, una encimera con dos lavabos, dos espejos y dos vasos de cristal, y como siempre en los paradores, una bandeja con varios botecitos de champú, gel de baño, acondicionador para el pelo, jabón, crema hidratante corporal, peine y gorro de baño. Y por supuesto dos juegos completos de toallas, además de un espejo con brazo extensible, un secador de pelo, y debajo de la encimera un taburete.

Nuestro pasillo
Enfrente del armario, justo antes de la zona en la que está la habitación propiamente dicha, tenemos un banco de madera y al lado un mueble bar, que descubrimos de casualidad y sólo porque nos da por abrir las puertas de una celosía que hay medio camuflada en la pared. Desde luego, está claro que aquí le han echado imaginación a la hora de decorar las habitaciones, para así poder aprovechar el espacio hasta el último rincón.

El resto de habitación lo ocupa una cama bastante grande, con una mesilla a cada lado y, en lugar de cabecero, lo que han puesto son varias filas de azulejos en las paredes, formando una U, que me parece una idea de lo más original. Enfrente de la cama hay un escritorio de madera con una lámpara de lectura, un espejo y varios folletos informativos, y al lado dos sillas, un paragüero de madera y en esa misma pared la televisión.

El baño
La decoración, como la del resto del parador, es muy sencilla y bastante austera, sin ninguna floritura ni colores estridentes, como a mí me gusta. La ropa de cama es blanquísima y el cubrecolchón de la misma tela que las cortinas; tanto las puertas del armario empotrado como las de la celosía del mueble bar y las contraventanas, son de madera de un color verde muy claro. El escritorio y las sillas, de madera muy oscura, le dan a la decoración un aire algo antiguo y a la vez sencillo, en contraste con lo moderno que es por ejemplo el cuarto de baño, que además en comparación es casi más grande que el resto del espacio destinado a la zona de habitación. Igual que en el resto del edificio, los suelos aquí también son de barro, de color marrón, pero a pesar de andar descalza en algún momento no llega a hacer frío; de hecho es justo lo contrario, por la noche hace bastante calor.

La cama
Por lo que podemos ver durante el tiempo que pasamos alojados en el parador, aquello es bastante tranquilo. Pero además la ventana de nuestra habitación da a uno de los patios interiores, con lo cual no escuchamos ni un ruido en toda la noche; tampoco tenemos vecinos escandalosos ni gente haciendo ruidos a deshora, así que entre lo cómoda que es la cama y ese silencio que se respira en todo el edificio, la verdad es que dormimos estupendamente esa noche.

La zona en la que se encuentra el parador no está lejos del centro pero sí lo suficientemente alejada como para no haber problemas para aparcar por allí; de todas formas en los paradores siempre está incluido el aparcamiento en la tarifa, así que si alguien prefiere aparcar dentro del edificio, puede hacerlo sin problema. Hay una zona, justo a la entrada, que tiene varias plazas al aire libre; y en el espacio a la derecha hay un sitio algo más grande donde también puedes aparcar o bien al aire libre o bien en una especie de soportales que han utilizado para marcar las plazas disponibles; en cualquier caso el coche va a estar en la calle, pero al menos en los soportales estará algo más a cubierto.

Espacio frente a la cama
La conexión wifi también es gratuita para los huéspedes, aunque no llegamos a utilizarla demasiado porque la señal a veces se corta; supongo que es porque los muros son muy gruesos y cuesta que llegue correctamente, pero en cualquier caso no es algo que nos preocupe demasiado. Como al llegar nos han dado también un descuento para utilizar en la cafetería, el sábado por la tarde nos acercamos por allí antes de cenar, para tomarnos algo; la decoración aquí es muy curiosa, ya que en la zona en la que están las mesas han colocado varios recipientes de barro, enormes, que sobresalen del suelo. Y ya que hablamos de cafeterías, algo que no puedo dejar de mencionar es el espectacular desayuno que tienen siempre en todos los paradores; en este caso hay que ir al refectorio, en el que hay dos zonas, una de ellas algo más pequeña y otra bastante más grande y con ventanales que dan al claustro del monasterio. Como siempre, tenemos la opción del buffet libre y un montón de cosas para elegir, desde zumo de naranja a varios tipos de bollería y de pan, embutido, huevos, fruta, yogures, cereales, café y leche, y como siempre una selección de productos típicos de la zona; en este caso migas y flores de azúcar, entre otras cosas.

Vistas desde la habitación
En cuanto al precio de la estancia, ya sabemos que hay muchas opciones de páginas en las que poder cacharrear para localizar diferentes opciones. Aunque en el caso de los paradores yo siempre suelo mirar en su propia web, ya que al ser miembros del programa Amigos de Paradores, se suelen encontrar ofertas bastante interesantes.

Como siempre digo, la experiencia de alojarse en un parador sin duda suele merecer la pena porque por lo general son edificios con historia, hasta ahora siempre me he encontrado con personal muy amable, las habitaciones son muy acogedoras y cosa rara en mí, suelo dormir siempre muy bien, y desde luego sólo por esos desayunos ya amortizas la estancia porque son una maravilla. Así que de momento seguiré con mi objetivo de ir probando todos los paradores de la red, que son unos cuantos.

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